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Un charla con Chayma El Moussaoui

"Si mi madre viniese ahora a explicarme cosas sobre sexo le diría: demasiado tarde. "

Laura Martos Imbernón
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Selfie de Chayma en la misma entrevista

Chayma tiene 19 años y vive en Manresa. Es nacida en España, pero sus padres son de un pequeño pueblo de Marruecos llamado Oujda. Su primera frase es “Yo me siento española y marroquí”. Es estudiante de idiomas, en la Universitat de Girona, y siente gran curiosidad por viajar y conocer las diferentes culturas. Se define como musulmana y feminista, y añade: “yo quiero casarme y tener hijos, y los criaré hablándoles de sexo porque mi generación es mucho más abierta de mente; la de mis padres, por desgracia, no.”

 

En el seno de una familia musulmana, una chica como Chayma crece sin información sobre el sexo. Este, que es un tema tabú, se evita en todas las conversaciones. A veces, con un poco de suerte, algun familiar (nunca los padres) decide acercarse y mantener alguna pequeña charla en confianza, pero no es algo que ocurra con normalidad. La educación sexual en el colegio, el otro factor determinante, no existe. Actualmente, con Internet, son muchas las adolescentes que buscan información por su cuenta, este también fue su caso. Años atrás, la única manera de informarse era la pragmática, es decir, esperar al dia de su matrimonio. Chayma ha dedicado mucho tiempo a preguntar e informarse, siempre lejos de sus miembros familiares, pero es algo a lo que se ha acostumbrado.

 

"Si mi madre viniese ahora a explicarme cosas sobre sexo le diría: demasiado tarde. "

 

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Si hablamos de problemas de identidad sexual, así como un cambio en la orientación sexual, los problemas comunicativos aumentan: a un lado de la balanza el salir del armario, la liberación. Al otro, la deshonra a la familia y las posibles consecuencias que ello conlleve. Salir del armario en España o en Marruecos, nos explica Chayma, marca una gran diferencia. “En España, si tus padres te echan de casa, tienes donde acudir, organizaciones que podrían acojerte, en Marruecos no. Es más, todo lo contrario”.

 

Marruecos no es un buen lugar para una persona homosexual. Según la Ilga, en el siguente mapa elaborado en 2017, se muestra que este país es uno en los que más criminalización hay por homosexualidad. “No hay leyes específicas en contra de la homosexualidad. Sólo las hay en contra de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio”, dice Chayma, y añade: “y el matrimonio homosexual es ilegal”. Jaque mate.

La disciminación familiar por la orientación sexual es un hecho. Todas se lo toman mal, y en el peor de los casos, el hijo es repudiado o echado de casa. “¿Donde está el punto, entonces, de salir del armario?”, le pregunto. “No está”, afirma rotundamente.

 

La cultura marroquí ha decaído los últimos años. Con el paso del tiempo, cada vez más, la fe ha jugado un papel demoledor: en lugar de generar más diversidad, ha cerrado la cultura en banda. Según Chayma, el estado islamico ha creado unas normas de restringión religiosa que antes no existian, y que hacen parecer al pueblo musulman a ojos de occidente personas llenas de prejuicios. “Es hipocresía total. La gente usa la fe para tener beneficios, yo creo que la mayoría de los gobernantes son ateos”, nos cuenta exaltada. “El islam se salta las normas, en España y también en Marruecos. Hay drogas, alcohol, relaciones sexuales fuera del matrimonio,..pero se lo callan”.

 

Nos lanza una pequeña teoría, en la que el Korán puede tener dificultades para adaptarse a los nuevos tiempos. Fue el último libro divino en llegar, y eso hace que las interpretaciones hayan sido muy dispersas. Y algunas completamente fuera de contexto.

El Korán dice que las mujeres deben ser bien tratadas. El miembro más importante de la familia es la madre, que es la que trae los hijos al mundo. La represión de las mujeres por patre del estado islámico, pues, responde contrariamente a esto. Actualmente hay gente obligada a llevar el Hijab, símbolo de igualdad entre mujeres, que se usa para tapar la sexualidad de la mujer en algunas ocasiones.

 

“Mi padre me dice siempre que en los años 70 las mujeres eran más modernas que ahora”.

El islam es una cultura diferente, en la que el matrimonio es una parte central en la vida de las mujeres. Casarse con alguien que no fuese musulman también ofendería a la familia, aunque siempre en menor medida.

 

El islam es una cultura diferente, en la que el sexo es algo de lo que no es común hablar, y por tanto la ignorancia es muy extendida. Las enfermedades como el SIDA están a la orden del día, una enfermedad que mucha gente tiene y jamás dirá nada, por el miedo al rechazo de la sociedad.

 

El islam es una cultura diferente, pero los prejuicios están en todas partes del mundo. La necesidad de etiquetar la orientación sexual de cada persona es algo con lo que muchas personas luchan cada día, bajo una necesidad de identificar-se como algo en concreto.

“Debes querer a quien sea sin tener que decir: he salido del armario. Yo por ejemplo si me lio con una chica y se lo cuento a mis amigos y me preguntaran: ¿pero a ti te gustan los chicos o las chicas? ¿Eres lesbi?. Yo contestaría: Me apeteció y lo hice. Debería ser siempre así con todo el mundo”.

 

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Tras la última pregunta, me mira en silencio unos segundos y reponde: “Yo no sé con quién voy a compartir mi vida.

Quiero seguir las tradiciones de casa pero no me voy a poner en Tinder: busco persona musulmana. Me gustaría querer a quién me dé la gana. Hacer lo que quiera con quien quiera y cuando quiera. Que nadie te juzgue por hacerlo. Que desaparezcan los prejuicios. Y eso solo es posible normalizándolo desde pequeños, convirtiendo el sexo en un tema de conversación habitual”.

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